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El mayor de los privilegios es formar parte de su colección

A lo largo de nuestras vidas, las mujeres dominantes podemos llegar a tener un buen número de sumisos a nuestro servicio. Sin embargo, hay quienes procuran tener varios a la vez, y existen algunas Amas, que prácticamente los coleccionan.

Me tomaré la libertad de compartir la situación de una buena amiga, que conozco desde hace algún tiempo (la conocí en la web). Se trata de una mujer dominante sin ningún tabú, muy liberal y de mente abierta. No daré datos personales, pero es muy culta, habla varios idiomas, sensual, coqueta, y su pasatiempo favorito es coleccionar sumisos. Tiene una gran habilidad para seducir y someter a los hombres.

Todo comenzó con su primer esposo, luego de un tiempo de casados, su relación era inestable y algo áspera, pronto se dieron cuenta que su matrimonio no funcionaría, o al menos, no como lo habían llevado a cabo, como una pareja “normal” (marido y mujer). Luego de comenzar el trámite de divorcio y separarse, ella estaba angustiada por el tedioso proceso (sobre todo por la disputa de las propiedades), y encontró refugio en la web, una cosa llevó a la otra, y le comenzó a atraer el mundo FEMDOM. Decepcionada del matrimonio, pronto se dio cuenta que la mejor relación entre un hombre y la mujer, es la sumisión.

Se le ocurrió una maravillosa idea, consiguió accesorios FEMDOM (dominación femenina), y se dispuso a crear un sitio web de servicio de Dominatriz (Dominatrix o Mistress), de esa forma desahogaría toda la rabia que sentía contra el sexo masculino, liberaría su estrés, y se ayudaría un poco económicamente, le parecía sin duda un pasatiempo muy útil para liberar la tensión.

A los pocos días de crear su sitio web, aparecería su primer cliente. Luego de algunos correos, pactaron la cita para la sesión en su “mazmorra” (un especie de bodega o local rentado que acondicionó para su nuevo pasatiempo). Al llegar la fecha y hora, sonó el timbre, y cuál sería su sorpresa que su primer cliente era su ya casi ex marido. Al principio se quedaron mudos los dos. Luego de unos segundos, ella respiró profundo y dijo con mucha determinación: – ¿¡Qué esperas esclavo!? Piensas hacerme perder mi valioso tiempo, te quiero ver a gatas, y besando mis pies.

La sesión continuó tal como se había pactado en aquellos emails. Al terminar, su marido (aún faltaba poco para concluir el divorcio), o más bien, su sumiso, le dijo muy consternado y sorprendido – No sabía que te gustara ser Dominatriz-, y ella respondió – Ni yo que a ti te gustara ser esclavo-. Él se puso de rodillas y besándole los pies, le rogó que cancelara el trámite de divorcio, y volvieran a estar juntos, le prometió que todo sería diferente, que estaba dispuesto a ser un “esposo sumiso y obediente”. Ella, con mucha autoridad le dijo que no, que el divorcio debía concluir. Pero que le parecía muy interesante la idea de tener un sumiso en casa…

Y fue así cómo se apropió de su primer siervo. Concluido el divorcio, ya no era su esposo, sino sólo su esclavo. Durante la parte final del trámite de divorcio, él había rechazado su parte de bienes mancomunados, y le había cedido a ella todo lo que le correspondería a él. Sin ninguna propiedad, lo único que le quedaba era el placer y privilegio de servir a su ex esposa, quien ahora sería su Dueña. Un giro impresionante del destino.

Luego de unos meses, ella ya soltera, comenzó a salir con otro hombre, conservando a su sumiso. Su nueva pareja, adinerado empresario, fuertemente atraído por ella y de actitud dócil, aceptó casarse conservando al sumiso (como una mascota). Al poco tiempo, su nuevo esposo se convertiría también en su esclavo, haciéndole compañía al otro. Ambos hacían las tareas del hogar, preparaban las comidas, mantenían limpia la mazmorra (que ya había mudado a su residencia personal), en fin, hacían un buen equipo de trabajo. Ella siguió ofreciendo servicios de dominación, de hecho, junto a la ex fortuna de sus sumisos, y al tributo por sus servicios como Mistress, le bastaba para vivir decorosamente.

Luego de un tiempo, le ordenó a su esclavo (actual marido) que firmara el divorcio, y que sólo así le permitiría seguir sirviéndole. Él no tuvo otra opción, más que cederle todos los bienes y romper las nupcias para poder seguir a sus pies. Contrajo matrimonio una vez más, ahora con un “cliente” (con quien había tenido ya muchas sesiones), él nuevo esposo, no dudo en casarse, seducido por la idea de pertenecerle de tiempo completo a su Dominatriz, ya no tendría que pagar sesiones y hacer citas, sino que podría servirle de tiempo completo. Y así fue. Se sumó un siervo más a su colección.

Actualmente tiene en su residencia ocho esclavos de tiempo completo (24/7), de los cuales cinco fueron sus esposos, los otros tres se le entregaron voluntariamente (cediéndole sus propiedades, uno soltero, otro viudo, y uno más divorciado), y además de otros cuatro sumisos “de medio tiempo”, que cuando salen de trabajar van a su casa buscando poder servirle a su Ama (y deben compartirle el 80% de sus ingresos). Actualmente ya no ofrece servicios de Dominatriz, ya está satisfecha con su colección.

Ella dice que su mayor satisfacción la encontró en su primer sumiso. Ya que fue él que como marido le causó angustia y sufrimiento, y por un giro del destino, ahora está postrado a sus pies sirviéndole. ¡Justicia en todo su esplendor! Los demás siervos los conserva por mera diversión, para satisfacer su lívido dominante.

– Palabras de mi Señora y Diosa.